La Madre de la Risa
En Vayera, la porción de la Torá de esta semana, se relata que cuando Sarah tenía 89 años, al acercarse a la tienda de Abraham con comida para los 3 visitantes, los 3 ángeles que se encontraban ahí, ella los oye mencionar a su esposo la promesa divina de que será madre en el transcurso de un año. Esta es una noticia totalmente inesperada e incapaz de realizarse desde el punto de vista humano. Sin embargo, escuchar esas palabras trasforman profundamente a Sarah, quien se ríe en silencio ante tal promesa.
¿Por qué ríe Sarah? Quizá se puso nerviosa… A todos nos ha pasado que, en medio de la incertidumbre, se nos desata una risa incontrolable, más allá de nuestro deseo. Tal vez Sarah encontró irónico que tras tantos años de espera, de oraciones y súplicas, ahora se le anunciara que sería madre… Quizá su espíritu rejuveneció con la simple idea de lo que representaría para ella convertirse en madre, hacer realidad el sueño de toda su vida, y dicha imagen se manifestó en una risa de ilusión… Tal vez rió de miedo, ante la idea de tener que lidiar con un bebé a tan avanzada edad… Quizá fuera porque por su mente pasaron todas estas opciones y le resultara imposible procesarlas a la vez, clasificarlas y valorarlas…
Pero tras dar a luz, tras nueve meses de tomar conciencia de que sus deseos se estaban materializando, Sarah recuerda aquel momento crucial de duda, de alegría, de miedo y orgullosamente lo exhibe al mundo diciendo “D-s me ha hecho reír, y todo el que escuche esto, se reirá conmigo”. (21:6).
Al dar el nombre de Yitzjak (él reirá) a su hijo, ella también adquiere una nueva identidad, ahora es la Madre de la Risa.
Durante toda su vida, Sarah fue motivo de burlas, de miradas que se compadecían de su situación. Hermosa… pero estéril. Amada por su esposo… pero estéril. Con posesiones materiales… pero estéril. Respetada por su sabiduría… pero estéril.
Así que al dar a luz a Yitzjak, finalmente ella deja de ser el hazmereír de todos los que no podían comprender que ella mantuviera la ilusión de ser madre, aún cuando ya habían pasado sus años fértiles. Ya nadie podría reírse de ella nunca más: ni Haggar, ni Ishmael, ni sus servidores, ni sus vecinos.
Yitzjak es esa carcajada que surge de lo más profundo de Sarah, cuando finalmente ve realizados sus sueños, cuando puede mantener su frente en alto ante los chismes de los demás, cuando ya no le debe a Haggar la posibilidad de que Abraham tenga descendencia.
Sin embargo, la risa de Sarah no siempre será dulce, porque tal como lo manifiesta el libro de Proverbios 14:13: Aún en la risa, el corazón puede tener dolor, y el final de la alegría puede ser la tristeza.
Nunca sabremos cuántas tristezas se ocultaron con la risa de Sarah. El resto de la historia narrada en nuestra parashá es evidencia de ello. Al igual que Sarah, cada uno de nosotros sabe lo que significa mostrar una sonrisa cuando el corazón está roto.
Por eso hoy pido que seamos bendecidos con el coraje de Sarah, para reír, para disfrutar plenamente cada bendición en el momento que llega y poder tener su sabiduría para reírnos compasivamente de nosotros mismos cuando enfrentemos circunstancias de incertidumbre y de angustia.
Doy gracias a Elen Frankel, por brindar inspiración para este comentario.
¡Shabbat Shalom!
Rabina Ileanah Carazo
Parashá Vayeira,
Heshván 19, 5781 / Noviembre 6, 2020