Nuestros sabios dicen que cada vez que tenemos la oportunidad de viajar, debemos hacerlo porque en el viaje encontraremos respuestas a nuestras preguntas más profundas. Yo amo viajar, visitar lugares, conocer culturas y experimentar de primera mano cómo se desarrolla la vida en otros lugares. Claro, en estos momentos de crisis, ha sido imposible para muchos de nosotros, viajar fuera de las fronteras y aún dentro de nuestro territorio nacional.

La porción de la Torá de esta semana, Vayetzé, comienza con la historia de Yaakov saliendo de viaje. Pero este no era un viaje normal de negocios o placer, como los que ustedes o yo pudiéramos tomar. El estaba escapando, era un viaje para salvar su vida, porque su hermano Esaú estaba planeando matarlo.

Planificar cuidadosamente todos los detalles es la clave para un viaje tranquilo y maravilloso. Adónde hospedarnos, adonde encontrar la comida… Me imagino que para el viajero en la época de nuestros patriarcas, conocer adónde acampar era muy ventajoso.

A mí me gustan los hoteles limpios, con camas cómodas y muchas almohadas disponibles para poder sentarme en la cama y leer antes de cerrar los ojos.

Yaakov tuvo suerte ese día. Encontró doce rocas más o menos de la misma altura y sin bordes punzantes, y pudo colocarlas juntas con mucho cuidado, como en un rompecabezas y estas le sirvieron como almohada para descansar su cabeza.

Por lo general, me toma un ratito dormirme. En mi mente reviso el día que termina y anticipo las actividades del próximo día. Entonces me consumo en el abrazo de la noche. A veces tengo sueños, especialmente cuando he comido más de lo que debería. Y puedo decir que hay al menos dos categorías principales de sueños; los que resultan de los pensamientos, experiencias y preocupaciones del día, y los que te hacen pensar si realmente estás dormido y soñando o si estás viviendo en otra dimensión.

Esa noche, Yaakov tuvo un sueño, un sueño como ninguno otro, un sueño impresionante. El vio una escalera, unas gradas apoyadas junto al lugar donde él se encontraba, que se elevaban hasta el cielo, ¡con ángeles que subían y bajaban! Como las escaleras eléctricas de hoy, que suben y bajan en los centros comerciales. Y entonces, Yaakov escuchó la voz de D-s que le dijo: “He aquí que Yo estoy contigo; te protegeré donde quiera que vayas y te haré retornar a esta tierra; pues no te abandonaré hasta que haya hecho lo que he hablado acerca de ti.” (Gen. 28:15)

Yaakov se despertó impresionado y se dio cuenta que estaba en un lugar sagrado, porque ahí D-s le había hablado por primera vez en su vida. Pero entonces, se preocupó de que tal vez todo era un truco de su mente y, por si acaso, estableció una serie de circunstancias condicionantes que con el tiempo le permitirían confirmar sin ninguna duda la realidad de esta experiencia. ¿Suena rasonable, verdad?

Un día, yo tuve un sueño, tan real que me hizo pensar si se trataba realmente de un sueño o algo más. Cuando me desperté, me di cuenta que esa experiencia había transformado mi vida, pero quería estar segura de que no me estaba volviendo loca. Entonces llamé a mi querido rabino Gershon Winkler y le conté todo acerca del sueño y mis dudas acerca de cómo actuar de ese momento en adelante. El me respondió con profunda comprensión y me contó un midrash, una historia, para que yo formara mis propias conclusiones.

Al igual que yo, estoy segura que muchos de ustedes han tenido sueños que han marcado sus vidas y probablemente también han dudado de qué hacer con la información recibida. Así que les voy a compartir el midrash que me regaló el rabino Winkler, para que ustedes también puedan sacar sus propias conclusiones.

El midrash Tanjuma dice: “El Todopoderoso permitió que Yaakov viera los ángeles guardianes de Babilonia subiendo y bajando en la escalera, los de Media, subiendo y bajando, los de Grecia, subiendo y bajando, y los de Edom (Roma), subiendo y bajando. Entonces D-s le dijo a Yaakov: ‘Yaakov, ¿por qué no subes?’ En ese momento Yaakov se estremeció de miedo y dijo: ‘Los otros han tenido que bajar una vez que estaban arriba, entonces yo también terminaré abajo.’ El Todopoderoso le aseguró: ‘Si subes, no tendrás que bajar.’ Yaakov no le creyó y no subió. Entonces D-s dijo: ‘Si hubieras subido y confiado en Mi, nunca habrías sido forzado a bajar, pero como no tuviste fe, tus descendientes serán oprimidos por esos cuatro reinos…

Que todos nuestros viajes sean oportunidades de autodescubrimiento. Y que tengamos fe y coraje para seguir nuestros sueños y transformarnos en faros que iluminen el camino de quienes nos rodean.

Shabbat Shalom!

Rabina Ileanah Carazo
Vayetzé 5781 – 2020

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