Janucá – Segunda noche – La heroína
Se dice que los Milagros suceden cuando los seres humanos actúan. El milagro de Janucá tiene varios héroes y heroínas. Hoy quisiera contarles una historia poco conocida que escuché en una clase con el Rabino Gershon Winkler y que aparece en el Midrash Ma’asé Janucá y en el Midrash L’Janucá, y que a su vez fue escrita en el Otsar HaMidrashim.
La tradición nos cuenta que durante el reinado de Antíoco II sobre Israel, se generaron edictos prohibiendo la práctica de la religión judía y hasta se sacrificaban cerdos en el altar del Templo de Jerusalem. Poco a poco, el espíritu y el valor del pueblo prácticamente se extinguió. Como si eso fuera poco, también se acabaron los matrimonios, porque uno de los edictos ordenaba que la futura esposa debía pasar la primera noche con el gobernador de la región. Así que nadie quería casarse.
Claro, hasta que Hannah, la hija del Sumo Sacerdote Matitiahu y hermana de los que se convirtieron en los famosos guerreros macabeos, decidió planear su boda.
En la fiesta prenupcial, ante los cientos de invitados y en presencia de los ancianos de la ciudad, Hannah se rasgó las vestiduras quedando desnuda ante todos. Su hermano mayor rápidamente le gritó furioso, por la vergüenza que estaba causando a su familia al comportarse tan indecorosamente. Ella, sonriendo, le gritó: “¿Y esto te avergüenza?, ¿Esto te avergüenza?, ¿Esto y no lo que va a suceder esta noche en la habitación del gobernador? ¿Eso no te avergüenza?»
Se hizo un silencio absoluto… Todos los participantes entendieron el mensaje. Los presentes descubrieron que sus conciencias estaban adormecidas con tanto dolor, pero ahora que se había abierto su entendimiento, tenían que hacer algo. Todos los hombres se arremolinaron junto a Judá, armados con lo que pudieran encontrar, y como una sola entidad, escoltaron a Hannah hasta la residencia del gobernador y lo retaron a que saliera a tomar a esta doncella de Israel.
Esta fue la chispa que desató la guerrilla. El pequeño grupo liderado por los hermanos Macabeos encontró fuerza e inspiración suficientes para luchar por el honor de sus hijas y por sus creencias religiosas. Al final, el ejército de Antíoco fue derrotado, el espíritu judío prevaleció, y hoy todo Israel celebra con alegría el recuerdo de una valiente mujer que transformó la historia.
Te invito a dedicar este segundo día de Janucá a descubrir esas áreas en las cuales estás adormecido, en las que estás ignorando el potencial interior que posees y que está esperando a ser liberado para crear milagros.
Que la luz de la segunda vela te llene de fuerza para darle al mundo tu mejor regalo.
¡Hag urim sameaj!
Rabina Ileanah Carazo
Kislev 5781 – Diciembre 2020