No hay Janucá sin s’vivón, dicen algunos.

S’vivón en hebreo, dreidel en yidish, top en inglés, trompo o perinola en español… no importa cómo lo llames, es el centro de atracción de niños y adultos.

El s’vivón es cuadrado y en cada lado tiene una letra:  Nun, ג Gimel, ה Hei, ש Shin.

En el juego, cada persona pone un caramelo o una moneda en el centro. Si sale la letra ג gimel, tomas todo lo que hay. Si sale la ה hei, te llevas la mitad. Cuando aparece la נ nun, no tomas nada, y si sale la ש shin, debes poner un caramelo más.

¿Pero por qué relacionamos este juego con Janucá?  Te contaré algunas de las razones.

1- Se dice que en Israel, durante la dominación romana, estaba prohibido el estudio de la Torá, por lo que los jóvenes se escondían en las cuevas a estudiar de forma oral. Un chico siempre se mantenía afuera, vigilante y avisaba cuando se acercaba la guardia romana. Entonces los estudiantes sacaban el s’vivón y jugaban, así cuando los guardas llegaban, solo encontraba a un grupo de personas enfrascadas en apuestas. De esta forma sobrevivieron muchas de las tradiciones intelectuales y espirituales de nuestro pueblo.

2- Como Janucá es la festividad del derecho a la libertad religiosa, el s’vivón nos recuerda la voluntad del pueblo judío de mantener su fe y sus tradiciones.

3- Las cuatro letras del s’vivón  forman el acrónimo de Nes gadol hayá sham, lo cual significa “Un gran milagro sucedió allá.”  Pero también esas cuatro letras, acomodadas de distinta manera nos recuerdan dos mitzvot básicas de Janucá: Nun y Shin son el acrónimo de Ne’irat Shemoná (ocho luces); mientras Hei y Gimel representan Hallel Gamur (Hallel completo) el servicio completo de Hallel que se dice durante los rezos de Janucá.

4- Cuando el s’vivón gira con fuerza, los lados cuadrados se esfuman dejando una imágen circular, donde todo se unifica con el centro, el punto de equilibrio. Al igual que el s’vivón, cuando nos concentramos solamente en una faceta de nuestra existencia, perdemos equilibrio, nos caemos y olvidamos que todas las experiencias que vivimos son parte de una totalidad mayor, perfecta y equilibrada.

Este juego también nos recuerda que la vida fluye en un ritmo de aumento y declinación, que todas las cosas cambian constantemente, que nada es permanente.

Esta noche, al encender la quinta vela de la janukía, te invito a jugar con el s’vivón y a meditar acerca de su significado.

Hoy te deseo una vida abierta a las posibilidades, que puedas convertir tus cuadrados en círculos, y que te ubiques siempre en el centro, para que la Luz Primordial pueda irradiar a través de ti en todas las direcciones.

¡Hag urim Sameaj!

Rabina Ileanah Carazo
Kislev 5781 – Diciembre 2020

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