¿Qué es la vida? ¿Es el tiempo entre el nacimiento y la muerte, o algo más?

La porción de la Torá de esta semana, Jayei Sará, comienza hablándonos de la muerte de Sará y termina relatando la muerte de Abraham y la de Ishmael.

Leemos en Gen. 23:1-3: “Fue la vida de Sará cien años, veinte años y siete años. [estos fueron] los años de la vida de Sará. Sará murió en Kiriat Arba, que es Hebrón, en la tierra de Canaán: y vino Abraham para hacer duelo por Sará y llorarla.”

Y en Gen. 25:7-8: “Y estos son los días de los años de la vida de Abraham que vivió: cien años, setenta años y cinco años. Y expiró Abraham y murió en buena vejez, anciano y satisfecho, y fue reunido con su gente.”

Podríamos pensar que siendo el tema de la muerte el que incia y termina esta parashat, nos encontramos frente a un texto triste y oscuro. Pero la verdad es que cuando lo leemos, hayamos hermosos relatos en medio del recuento de estas pérdidas.

La muerte es un tema delicado. Es nuestro destino como seres humanos y pensaríamos que por tal razón, formaría parte de la comunicación normal, como cuando hablamos de lo que vamos a cenar o de nuestro color favorito. Pero no lo es. Hay un misterio, un miedo profundo a lo desconocido, una incertidumbre que nos limita a tratarla con la misma familiaridad que cualquier otro evento de nuestras vidas. Y hoy, esta porción de la Torá aparece para enseñarnos todo acerca de la muerte.

Primero, no encontramos miedo de envejecer o morir en los patriarcas. En vez de eso, hayamos una constante y absoluta preocupación en cómo vivir sus vidas cada momento, plena y conscientemente. Y pienso que esta es una de las razones para mencionar la edad de su muerte en segmentos, durante los cuales ellos estuvieron totalmente presentes, como si la totalidad de su vida hubiese estado comprimida en esos años específicos.

Segundo, aprendemos que es correcto alabar a la persona que ha fallecido y llevar luto por él o ella. El midrash nos cuenta que durante el elogio de Sará, Abraham, recitó Eshet Jail (Una mujer de valor, Proverbios 31:10-31). Sin embargo, dicen los sabios, demasiadas alabanzas se convierten en cinismo; y demasiado pocas significa estar ciego ante el valor intrínsico de la persona.

Tercero, aprendemos que al igual que hay una forma judía de vivir, también hay una forma judía de morir; y vemos a Abraham comprando un lugar adecuado como sepultura para su familia. Y es que para cada persona, la tumba representa al mismo tiempo, el pasado y el futuro; los valores y motivaciones que lo impulsaron mientras estuvo vivo y las esperanzas y aspiraciones para el futuro de sus seres queridos, su comunidad y la humanidad.

Cuarto, el rabino Aryeh Ben David nos indica que Kever (kuf, vet, resh), la palabra hebrea para “sepultura o tumba”, también se utiliza en la literatura rabínica con el significado de “vientre”. Y ¿qué es un vientre? El lugar donde toma lugar la creación alquímica de un ser y particularmente, de un ser humano, con sus múltiples atributos que hacen que la humanidad sea diferente del resto de los mamíferos.

Una tumba es una puerta que conduce al inicio de la vida. ¿Cómo puede ser esto posible? Cuando hablamos acerca de conceptos opuestos, nos damos cuenta que el opuesto de la muerte no es la vida, sino el nacimiento. La vida, como un continuum no tiene opuestos. La primera ley de la termodinámica nos indica que la materia es energía y ésta no puede ser destruida, solo transformada. Así que la vida existe antes del nacimiento y continúa después de la muerte.

Pero para hacer las cosas más interesantes, en medio de las narrativas de las muertes de Sará y Abraham, encontramos la historia de Isaac y Rebecca. ¿Por qué? La respuesta es “continuidad”. Las vidas de Abraham y Sará no habrían tenido sentido sin continuidad. Y Rebecca aparece como pieza fundamental para permitir que se establezca dicha continuidad.Por lo tanto, no es de extrañar que el nombre Rivka (Rebecca), tenga las mismas letras de Kever – sepultura, pero en orden opuesto: (resh, vet kuf), ya que ella se convertirá en la puerta a través de la cual Am Israel aparecerá. La tumba es el vientre y el vientre es a su vez la tumba. O dicho de otra forma, el pasado da a luz al futuro, y el futuro se convierte en pasado.

Se dice que cuando el Baal Shem Tov, el fundador del movimiento Jasídico estaba a punto de morir, todos sus estudiantes estaban a su alrededor. Mirando profundamente a los ojos de cada uno de ellos, les dijo: “No estoy preocupado por mí. Sé perfectamente que saldré por esta puerta e inmediatamente entraré a través de otra puerta.”

Richard Bach, en su libro Ilusiones, escribe: “Siempre gozarás de libertad para cambiar de idea y elegir otro futuro u otro pasado”. Que tengamos la sabiduría de crear un futuro de paz y comprensión para todos, y cambiar los sufrimientos pasados por recuerdos de alegría, amor y posibilidades.

Shabbat Shalom!

Rabina Ileanah Carazo
Jayei Sará
5781 – 2020

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